ALMERÍA

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ESCUDO DE ALMERIA

Almería tiene una larga historia marcada por la presencia en su territorio de muy distintas civilizaciones. Aunque hay yacimientos paleolíticos en la provincia e importantes pinturas rupestres del Neolítico, es ya en la Edad de los Metales, en el periodo calcolítico, cuando surge la primera 'ciudad' de la que tenemos noticia: el poblado de Los Millares, con más de mil habitantes y una cultura basada en la metalurgia del cobre que se extendió por buena parte de la Península Ibérica durante el tercer milenio antes de Cristo. En la Edad del Bronce, entre 1700 y 1400 a. de C., se desarrolla en el Levante almeriense la importante cultura de El Argar.
Las colonias de Baria (Villaricos) y Abdera (Adra) dan testimonio de la presencia fenicia en nuestras tierras. Estas poblaciones mantuvieron contactos con los griegos y se convirtieron en cartaginesas cuando la civilización púnica se extendió por el sureste español. El enfrentamiento con Roma pondrá fin a la presencia cartaginesa y supondrá la llegada de los nuevos colonizadores. En Adra y en Almería se conservan restos de fábricas de salazones romanas, prueba de un floreciente comercio basado en la producción del garum, salsa a base de pescado y hierbas aromáticas considerada una exquisitez en la época.
Tras la dominación romana, Almería fue ocupada por vándalos, visigodos y bizantinos. Sin embargo la civilización islámica, con ocho siglos de presencia en la provincia, es la que ejerció una influencia más importante. A comienzos del siglo VIII los árabes -yemeníes fundamentalmente- y los bereberes llegan a territorio almeriense y comienzan a desarrollar una agricultura que supondrá una modificación sustancial del paisaje. En el año 955, Abderramán III ordena la construcción de la Alcazaba (la segunda fortaleza musulmana tras la Alhambra en la Península Ibérica) para contrarrestar la amenaza del califato fatimí con capital en Mahdia (Túnez). Es el nacimiento oficial de la ciudad de Almería, que hasta ese momento había sido el barrio portuario de Pechina. La nueva población se convertirá en el principal puerto del califato de Córdoba y desarrollará un importante comercio con el Mediterráneo Oriental y el norte de África.
Reino de taifas
La desintegración del califato cordobés da paso al reino de taifas de Almería con Jairán como primer rey. El máximo esplendor de la taifa se vivirá con Almotacín, el rey poeta, de cuyo palacio se conservan restos en el segundo recinto de la Alcazaba. Corre el siglo XI y Almería basa su prosperidad en la exportación de la seda. La invasión almorávide pone fin a la taifa almeriense pero la ciudad sigue siendo un emporio industrial codiciado por los reinos cristianos. El emperador Alfonso VII, ayudado por catalanes, genoveses, pisanos y francos, encabeza una cruzada contra Almería y conquista la ciudad en 1147. Su dominio durará sólo diez años y Almería volverá a ser musulmana bajo los almohades, pero nunca recuperará su antiguo esplendor. En el siglo XIII la ciudad pasa a formar parte del reino nazarí de Granada hasta la toma de los Reyes Católicos en el año 1489.
Aunque da comienzo la repoblación cristiana, los moriscos continuarán siendo la población mayoritaria en buena parte de la provincia hasta el estallido de la guerra de las Alpujarras en 1568. Encabezados por Abén Humeya los moriscos se sublevaron en respuesta a los agravios que padecían desde la firma de las Capitulaciones. La guerra es cruenta y desborda el ámbito alpujarreño. Abén Humeya asedia Vera, ataca Cuevas del Almanzora y en su retirada se detiene en Purchena donde organiza unos juegos deportivos que han sido recuperados en nuestros días gracias al testimonio de Ginés Pérez de Hita, escritor y soldado del marqués de los Vélez. El 'rey de la Alpujarra' establece su corte en Laujar y allí muere asesinado por los suyos en una intriga palaciega. Felipe II había enviado a su hermanastro, Juan de Austria, a aplastar la rebelión. Los moriscos son finalmente derrotados y diseminados por otras regiones españolas hasta la expulsión definitiva bajo el reinado de Felipe III.
Almería recibe nuevos repobladores, pero ha entrado ya en un inexorable proceso de decadencia al que han contribuido los terremotos y la continua amenaza de ataques piratas en la costa. En uno de esos ataques es capturado Yuder Pachá, morisco de Cuevas del Almanzora que tras escalar puestos en la corte del sultán de Marrakech, será el conquistador del mítico imperio Songai. Al mando de un ejército de cuatro mil hombres cruzó el desierto del Sahara y tomó la ciudad de Tombuctú, en la actual Malí.
Nicolás Salmerón
Almería no empieza a salir de su letargo hasta entrado el siglo XIX. La minería y el cultivo de la uva proporcionan unas décadas de prosperidad en las que surge una incipiente burguesía. En este periodo destaca la figura de Nicolás Salmerón, político de ideas progresistas que fue presidente de la I República, cargo del que dimitió por negarse a firmar unas sentencias de muerte.
La llegada del ferrocarril y la mejora del puerto no pueden impedir que en las primeras décadas del siglo XX numerosos almerienses emprendan el camino de la emigración con destino a Argelia y a América. La Guerra Civil dejará profundas heridas. El episodio más dramático fue el bombardeo de la ciudad por la Marina alemana.
La posguerra será especialmente dura y, a partir de los años cincuenta, la provincia vivirá una auténtica sangría demográfica. Miles de almerienses emigraron a Cataluña, Francia y Alemania. A finales de los sesenta se inicia un nuevo periodo de prosperidad basado en la agricultura intensiva bajo plástico y en el turismo. En los últimos años, Almería ha pasado a ser tierra de promisión para miles de inmigrantes del norte de África y del Este de Europa que llegan buscando una vida mejor.